MUJER A
mí..., a mí me han enseñado a no confiar en ustedes, ¿sabe? En todos ustedes...
Me lo enseñaron desde muy niña y luego, luego... Sé muy bien cuánto daño son
capaces de hacer...
HOMBRE ¿Quiénes?
MUJER Ellos...
Los del otro lado... Usted y los suyos...
HOMBRE ¿Está
hablando de la guerra? No hemos sido peores que los de su pueblo.
MUJER No
confiar, no confiar, no confiar...
HOMBRE Yo
no soy peligroso.
MUJER ¿Y
por qué tengo que creerle? Los puentes son lugares importantes... Unen y
separan; estrechan o ensanchan... ¡Lugares que a nadie le gusta compartir!
HOMBRE No
hable así. Ahora estamos en un período de paz...
MUJER (Sarcástica.)
Período de paz... ¿En serio cree eso? Usted sabe que en cuanto pase algo, pequeño,
insignificante, la guerra volverá a estallar... Nadie ha olvidado nada, ¿entiende?,
¡nadie ha perdonado nada! Cualquier cosa, el rumor de un ataque posible, una niña
que desaparezca, un coche desvalijado, ¡cualquier cosa! y usted y yo volveremos
a ser enemigos... Sabe que llevo razón... Mi padre murió con cincuenta años, y
vivió cuatro guerras. ¡Cuatro! Media vida, ¿entiende?, ¡media vida! Siempre de
forma inesperada... ¡Y cada vez son más sangrientas! Y más interminables... ¿Sabe
cuánto duró la última?
HOMBRE Sí.
MUJER ¿Cuánto?
HOMBRE Ocho
años, tres meses y veintidós días...
MUJER ¿Lo
ve? Mientras sea imposible dejar de recordarla, la guerra sigue ahí... Le voy a
contar una cosa, para que se le meta bien en la cabeza: cuando mi madre murió,
en el cementerio de la ciudad ya no quedaba ni un hueco libre y hubo que
enterrar los cadáveres en cualquier sitio, ¡en cualquier sitio! Luego, justo
después de que se proclamara la paz, comenzamos a construir casas, a levantar
colegios, a plantar naranjos... ¡pero los muertos siguen debajo! Y cada vez que
mastico un trozo de pan estoy bebiéndome la sangre de mis padres... ¡Así que no
me diga que la guerra ya acabó!
HOMBRE Yo
no voy a hacerle daño...
MUJER Da
igual... ¡Da igual! ¿Sabe a cuánta gente estoy decepcionando sólo por quedarme
en este lugar, tan cerca de usted?
HOMBRE Tal
vez ya sea el momento...
MUJER ¿Qué
momento?
HOMBRE ¡El
momento de hablar!, usted y yo.
MUJER ¿El
momento...? Mire, hagamos una prueba. Yo me quedo aquí, ve, aquí quieta (Se
coloca de pie, de perfil al público, en el justo centro de su mitad del puente.)
y le espero.
(Abre los brazos, y permanece así con los ojos
cerrados.)
Si realmente vivimos en paz nada le impide venir hasta aquí y
abrazarme. Le espero.
(El Hombre se queda
mirándola. Avanza lentamente hasta la línea central del puente. La recorre de
un lado a otro, sin pisarla, como si estuviera buscando un hueco por donde
poder pasar. Luego se vuelve de espaldas.)
HOMBRE Usted
sabe que no puedo.
(Ella abre los ojos y comienza
a bajar los brazos.)
Todavía no... Todavía es pronto.
MUJER ¿Lo
ve?
HOMBRE ¡Para
abrazarse, para abrazarse todavía es pronto! Pero hablar, hablar es algo, ¿no
le parece? Hablar con usted ya es algo...